Page 58 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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que  se  consideraría  ergonómico  hoy  en  día.


            Además, dos horas y media de ida significaban, al


            menos,  otras  tantas  de  vuelta,  y  empezaba  a


            preguntarse si merecía la pena… ¿Dónde demonios


            estaban?, ¿qué habían ido a ver? Por lo que podía


            distinguir a través de los cristales algo rallados del


            coche, había abetos y rocas al borde de la carretera



            que  ascendía  perezosamente  haciendo  un  suave


            zigzag, y se vislumbraban unas montañas lejanas.


            Ya vivía en mitad de la naturaleza, no le hacían falta


            tantas horas de viaje para ver un poco más de lo


            mismo.



            Pete no dijo nada. Le dirigió una breve mirada y se


            limitó a conducir durante unos instantes más hasta



            que, de repente, detuvo el vehículo en el arcén.



            —Ya  está  —dijo—.  No  podemos  seguir  con  el


            coche. Ahora queda un trecho en el que hay que


            caminar.



            —Desde luego, te gusta el misterio —protestó Joe


            saliendo del coche. Cuando estuvo fuera, una brisa


            helada lo golpeó en el rostro, y el paisaje se reveló



            ante él con una fuerza abrumadora.



            Se encontraban en una carretera de montaña que


            serpenteaba  suavemente  hacia  la  cima.  No


            reconocía  ninguna  de  las  montañas  que  tenía


            alrededor,                  pero             eran            indescriptiblemente




                                                                                                            57
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