Page 59 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
P. 59
hermosas, coronadas por nieves eternas. Se
extendían hasta donde alcanzaba la vista. Las nubes
bajas flotaban perezosamente en los anchos valles
que se abrían entre los brazos montañosos, como
algodones deshilachados que el viento hubiera
esparcido por todas partes. Arriba, en el cielo,
colgaban penachos retorcidos de nubes de un
desvaído azul grisáceo. Un ejército de abetos había
ocupado la ladera que descendía hacia el valle;
parecían encaramarse con testaruda vehemencia a
las paredes de piedra. Desde la carretera, Joe podía
oler su embriagadora fragancia. Era tan aromática
como fresca.
—Qué… hermoso —acertó a decir al final.
Pete se puso a su lado.
—Las montañas Mackenzie. Este es un espectáculo
que he admirado muchísimas veces. Es
particularmente sobrecogedor desde aquí.
—Gracias por traerme, Pete.
—Oh, no te he traído para esto, Joe. Ahora… Ahora
tenemos que andar.
Anduvieron durante lo que pareció ser una
eternidad, siempre ascendiendo. Pete subía
despacio, colocando con cuidado los pies entre las
rocas sueltas para no perder el equilibrio. Despacio,
58

