Page 87 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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época, y solo había una cosa que todas aquellas
personas buscaban desesperadamente.
Ese pensamiento lo animó. La teoría del oro oculto
en un sótano sin entrada evidente le parecía
plausible, así que se levantó de nuevo y empezó a
tantear con la mano los bordes del agujero.
Imaginaba que podría agrandarlo sin mucha
dificultad, lo suficiente para poder introducir la
escalera de mano. La madera estaba en verdad vieja
y descuidada y se deshacía en la mano con suma
facilidad, pero aun así se sirvió del hacha de mano
para asegurarse de que dejaba los bordes lo más
limpios posible. Al fin y al cabo, lo último que
deseaba era cortarse con la madera o clavarse
alguna astilla.
Después de solo unos instantes, Joe había dejado
una abertura más o menos cuadrada. Era una
monstruosidad en mitad de la habitación, un pozo
terrible, y tendría que pensar cómo cubriría más
tarde el agujero si no quería caer por el hueco
cuando se levantara en mitad de la noche a orinar.
La escalera entró bien, incluso había hueco
suficiente para pasar con cierta holgura.
Afortunadamente, Joe era delgado, y en el tiempo
que llevaba en el Yukón, a pesar de los esfuerzos de
Betsy, sospechaba que había perdido cuatro o cinco
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