Page 16 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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—Ja, Ja, muy divertido.
—Ja, ja.
Al amanecer del segundo día empujamos e hicimos
rodar la cápsula hasta el centro de la elevación y la
aseguramos con dos rocas de gran tamaño, una de ellas con
un saliente que confiamos sujetaría la cápsula cuando una de
aquellas olas inmensas la alcanzara. Alrededor de las rocas y
de la cápsula construimos un cimiento de piedras grandes y
llenamos las grietas con otras piedras más pequeñas.
Cuando la pared llegó a la altura de la rodilla
descubrimos que construir con aquellas piedras lisas y
redondeadas y sin mortero no iba a dar resultado. Después
de algunos experimentos, averiguamos cómo romper las
piedras para obtener caras planas con las que trabajar. Se
hace cogiendo una piedra y.
dejándola caer con fuerza sobre otra. Nos turnamos, uno
rompiendo y otro construyendo. La piedra era casi un vidrio
volcánico. Así que también nos turnamos para extraer
astillas de nuestros cuerpos. Nos costó nueve de aquellos
días y noches interminables completar las paredes, y en ese
tiempo las olas.
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