Page 37 - Enemigo Mío - Barry B. Longyear
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pero no pude ver nada.
—Parece que estamos seguros, Jerry…
Levanté los ojos hacia el cielo negruzco, y sobre mí
descollaba el penacho blanco de una ola inmensa que
descendía.
—¡Maga maldita sienna! —Cerré la compuerta
bruscamente.
—¿Ess, Davidge?
—¡Agárrate, Jerry!
El agua golpeó la cápsula con tal fuerza que mis oídos
fueron incapaces de sentir el estruendo. Golpeamos la roca
una vez, dos veces, luego notamos que nos retorcíamos, que
salíamos disparados hacia arriba. Estiré el brazo para
sujétame, pero no pude porque la cápsula giró locamente
hacia abajo. Caí encima de Jerry y después fui despedido
hacia la pared opuesta, donde me golpeé la cabeza. Antes.
de perder el conocimiento, oí que Jerry gritaba:
—¡Tean! ¡Vi tean!
… El teniente pulsó su control manual y una silueta alta,
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