Page 111 - El Jugador - Iain M. Banks
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volvieron hacia la máquina; las notas musicales vacilaron

            y  acabaron  perdiéndose  en  el  silencio.  La  diminuta


            unidad estaba tan furiosa que toda su estructura parecía

            vibrar a causa de la rabia.

                  ‐‐¡Jódete! ‐‐dijo por fin.


                  Mawhrin‐Skel pareció esfumarse dejando tras él una

            imagen residual de luz tan intensa y cegadora como la del

            sol que no tardó en desvanecerse. Las ascuas se avivaron,


            una  ráfaga  de  viento  tiró  de  ropas  y  cabelleras  y  unos

            cuantos farolillos de papel se estremecieron y acabaron

            desprendiéndose de los arcos de piedra. Las hojas y las

            flores  cayeron  lentamente  de  los  dos  arcos  situados


            encima  del  punto  en  el  que  había  estado  flotando

            Mawhrin‐Skel.

                  Chamlis  Amalk‐Ney  giró  sobre  su  eje  vertical  para

            observar  el  cielo  nocturno  y  el  pequeño  agujero  que


            acababa  de  aparecer  en  la  capa  nubosa.  Sus  campos

            brillaban con un resplandor rojizo de puro placer.

                  ‐‐Oh, cielos... ‐‐suspiró‐‐. ¿Crees que he dicho algo que


            le ha molestado?

                  Gurgeh sonrió y tomó asiento delante del tablero.

                  ‐‐¿Lo habías planeado, Chamlis?


                  Amalk‐Ney saludó a las demás unidades y a Boruelal

            con una reverencia.






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