Page 126 - El Jugador - Iain M. Banks
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‐‐Si es posible... ‐‐dijo Gurgeh.

                  Se  calló  y  tensó  las  mandíbulas.  La  unidad  se  dio


            cuenta de que estaba intentando controlarse tal y como

            había hecho siete horas antes en el tramo de escalones que

            llevaba a la casa de Hafflis.


                  ‐‐Si no lo es por lo menos ten el valor de averiguarlo ‐

            ‐dijo Mawhrin‐Skel.

                  Su voz subió de tono hasta adquirir la intensidad de


            una súplica quejumbrosa.

                  El hombre alzó los ojos hacia los límpidos tonos azules

            y rosados del amanecer. Las ondulaciones de la llanura

            cubierta de niebla hacían pensar en una inmensa cama


            desordenada.

                  ‐‐Estás loca, unidad. Jamás podrás hacerlo.

                  ‐‐Sé muy bien lo que puedo hacer y lo que no puedo

            hacer, Jernau Gurgeh ‐‐dijo la unidad.


                  Retrocedió unos centímetros y le observó en silencio.

                  Gurgeh pensó en su viaje en tren de aquella mañana.

            La  oleada  de  miedo  delicioso  que  le  había  invadido...


            Ahora parecía un presagio.

                  Suerte. Azar puro y simple.

                  Sabía  que  la  unidad  tenía  razón.  Sabía  que  se


            equivocaba  y,  al  mismo  tiempo,  sabía  que  tenía  razón.

            Todo dependía de él.






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