Page 339 - El Jugador - Iain M. Banks
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el efecto global seguía siendo el mismo que si se
enfrentara a un jugador extraordinariamente rápido y
dotado.
Gurgeh no aceptó más invitaciones a fiestas o
acontecimientos sociales. Explicó a Pequil que su sistema
digestivo necesitaba algún tiempo para acostumbrarse a
la soberbia cocina del Imperio y el ápice pareció encontrar
aceptable la excusa. Incluso rechazó la ocasión de hacer
un recorrido turístico por la capital.
Durante aquellos días no vio a nadie aparte de Flere‐
Imsaho, quien pasaba la mayor parte del tiempo metido
dentro de su disfraz posado sobre el parapeto del hotel
zumbando suavemente y observando a los pájaros que
atraía esparciendo migajas sobre el césped.
Gurgeh daba algún que otro paseo por el jardín del
tejado y se apoyaba en el parapeto para contemplar la
ciudad.
Las calles y el cielo estaban llenos de tráfico.
Groasnachek era como un inmenso animal de cuerpo
achatado y salpicado de púas que se llenaba de luces
durante la noche y se envolvía en la calina de su aliento
colectivo durante el día. La ciudad hablaba con un
confuso coro de voces; un telón de fondo ensordecedor
compuesto por el incesante rugir de los motores y las
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