Page 360 - El Jugador - Iain M. Banks
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y luego en otra hasta que el entendimiento alcanzado por
los otros jugadores empezó a dar señales de fatiga y se fue
desintegrando lentamente.
A mediados de ese proceso Gurgeh hizo unos cuantos
movimientos inconsecuentes que parecían carecer de
propósito y que ‐‐de repente, y sin ningún aviso previo
que lo indicara‐‐ amenazaron primero a unas pocas,
después a bastantes y luego a la mayoría de piezas de un
jugador, aunque al precio de colocar a las fuerzas de
Gurgeh en una posición todavía más vulnerable. El
jugador amenazado se dejó dominar por el pánico y el
sacerdote hizo lo que Gurgeh esperaba que hiciera. El
ataque adquirió más ímpetu y se volvió más apresurado.
Durante los siguientes movimientos Gurgeh fue pidiendo
que el funcionario a quien había entregado las cartas les
diera la vuelta una por una. Las cartas actuaron como las
minas ocultas en una partida de Posesión. Las fuerzas del
sacerdote fueron destruidas, desmoralizadas, cegadas
por los movimientos hechos al azar, debilitadas hasta un
punto en el que no podrían recuperarse, en poder de
Gurgeh o ‐‐sólo en unos cuantos casos‐‐ en manos de
otros jugadores. El sacerdote quedó prácticamente
aniquilado, y sus fuerzas se dispersaron por el tablero
como si fuesen un montón de hojas muertas.
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