Page 592 - El Jugador - Iain M. Banks
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pero Gurgeh sabía que el aire contenía el polvo suficiente
para hacer permanentemente invisibles a la mayoría de
estrellas del cielo y convertir la inmensa rueda de la
galaxia en una borrosa mancha de luz mucho menos
impresionante de lo que resultaba cuando se la veía
después de haber dejado atrás la calina gaseosa que
envolvía al planeta.
Estaba sentado en un jardincito cerca del punto más
alto de la fortaleza y podía ver por encima de las copas de
la mayoría de arbustos cenicientos. Su posición le
colocaba al mismo nivel que las copas llenas de frutos de
los árboles más altos. Las vainas que contenían los frutos
tenían el tamaño de un niño hecho un ovillo, y estaban
repletas de una mezcla de sustancias en la que
predominaba el etanol. Cuando llegara la Incandescencia
algunas caerían y algunas permanecerían en la copa de
los árboles, pero todas arderían.
Gurgeh pensó en ello y sintió un escalofrío. Decían
que faltaban unos setenta días. Cualquier persona que
estuviera sentada donde se encontraba ahora cuando
llegara el frente de llamas se asaría viva con rociadores o
sin ellos. El calor irradiado por el frente bastaría para
cocerte. El jardín en el que estaba sentado desaparecería;
el banco metálico en el que se encontraba sería trasladado
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