Page 598 - El Jugador - Iain M. Banks
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sólo saldrán para ser cazados. Por eso aullan así. Saben
que las llamas se acercan y quieren escapar.
Gurgeh no dijo nada. Había vuelto la cabeza en la
dirección de la que llegaban los gritos casi inaudibles de
aquellos animales condenados.
Flere‐Imsaho esperó en silencio durante un par de
minutos, pero el hombre no se movió y no le hizo ninguna
pregunta más. La máquina acabó apartándose del
parapeto para volver a las habitaciones de Gurgeh. Antes
de cruzar el umbral que daba acceso al castillo giró sobre
sí misma para contemplar al hombre que seguía inmóvil
aferrando el parapeto de piedra al final del jardincito. El
hombre estaba levemente encorvado con la cabeza hacia
adelante, y no movía ni un músculo. Ya era noche
cerrada, y unos ojos humanos no habrían podido
distinguir aquella silueta que parecía una estatua.
La unidad vaciló durante unos segundos y acabó
desapareciendo en el interior de la fortaleza.
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Gurgeh pensaba que el Azad no era la clase de juego
en el que se podía disfrutar de un día libre, y mucho
menos de veinte. Descubrir que sí lo era fue una gran
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