Page 676 - El Jugador - Iain M. Banks
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ellos.  Era  como  una  canción,  una  danza  o  un  poema

            perfecto.  El  salón  estaba  abarrotado  cada  día  y  los


            espectadores contemplaban  fascinados aquella creación

            fabulosamente  compleja  e  incomprensible  que  iba

            tomando  forma  ante  ellos. Todos intentaban leer  aquel


            poema, ver lo que se ocultaba en las profundidades de

            aquella  imagen  en  continuo  movimiento,  escuchar  las

            notas  de  la  sinfonía,  acariciar  la  escultura  viviente...  y,


            gracias a ello, comprenderla.

                  `

                  * * *

                  `


                  «Sigue  y  sigue  hasta  que  termina»,  pensó  Gurgeh  de

            repente.  La  banalidad  de  aquel  pensamiento  le

            sorprendió y, al mismo tiempo, se dio cuenta de que todo

            había terminado. El clímax estaba delante de sus ojos. La


            creación  y  la  destrucción  de  la  obra  de  arte  se  habían

            unido,  y  ya  no  se  le  podía  añadir  nada.  Aún  no  había

            terminado, pero...


                  «Es el fin. Se acabó.» Sintió una tristeza terrible que se

            adueñó de él como si fuese una pieza del juego y le hizo

            tambalearse con tal violencia que estuvo a punto de caer


            sobre el tablero. Tuvo que volver a su taburete elevado y

            se instaló en él moviéndose tan cautelosamente como un






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