Page 134 - La Nave - Tomas Salvador
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demasiados.» Y acto seguido ha ordenado que
fueran muertos todos, es decir, los cinco
mensajeros.
Reconozco que los albinos han reaccionado
valientemente. Sin inmutarse, han escuchado la
sentencia y el más joven ha escupido al pie del
trono. El más anciano ha dicho: «Si nosotros no
volvemos, el pueblo wit abandonará las factorías.»
Y Mei‐Lum‐Faro ha replicado: «Si no vuelven, los
haré buscar a latigazos. Mis soldados son valientes
y no temen la oscuridad.» «No los encontrarás,
Faro. Los wit conocen escondites que los tuyos ni
sospechan.» Y nuestro amo ha dicho: «Sabré
aguardar a que el hambre los saque de ellos.» «Se
morirán de hambre, pero no los sacarás...» Y
entonces Mei‐Lum‐Faro sentenció: «Tú no has de
verlo. Matadle.» Y todos han sido muertos, allí
mismo. Todavía, antes de morir, el anciano dijo,
sonriendo: «Atiende, Faro: tus días están contados
y son pocos. Los wit atravesarán las fronteras, como
ya lo hicieron una vez, y traerán la muerte a tus
cámaras.» Yo, entonces, no he podido contenerme,
y he dicho al viejo: «¡No es cierto!» Y luego he dicho
al Señor de la Nave: «Perdónalos, Señor, porque los
wit son iguales a nosotros y los necesitamos...»
Hubo una enorme sorpresa. El albino me miró
atentamente hasta que el verdugo le aplastó la
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