Page 130 - La Nave - Tomas Salvador
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colores  vivos;  yo  sólo  distingo  negros,  blancos  y


            grises; ellos anotan la belleza inerte de la materia,


            yo no veo más que líneas y superficies; ellos hablan


            del hombre, rey de la Nave, y yo siempre he visto


            que la Nave nos domina a nosotros.



               Con estas divagaciones me estoy apartando de mi


            historia. Empero, ¿cuál es mi historia? ¿Debo seguir


            anotando mis reflexiones en torno a los wit? ¿Debo



            continuar —puesto que presiento que en mis manos


            está gran parte del futuro— mi revisión en torno a


            las circunstancias históricas de la Nave?



               No sé, verdaderamente, qué hacer. Me encuentro


            tan solo que mi soledad me aplasta. Incluso tengo la


            sensación  de  estar  quebrantando  la  Ley,  de  estar


            haciendo  algo  prohibido.  Quisiera  apartar  tal


            sensación, y mis razonamientos están cargados de


            lógica:  efectivamente,  debo  continuar  adelante,


            puesto que la sabiduría nunca ha estorbado. Pero



            basta  que  abandone  la  cámara,  me  siente  con  mi


            amigo Ram, para que la lógica me abandone y tenga


            miedo.



               A  veces  me  lleno  de  orgullo  al  pensar  que  mi


            memoria, mi pensamiento, tiene hondas raíces que


            me unen al pasado. Recuerdo, por ejemplo, que mis


            primeras deducciones (sin haber leído el Libro) me


            inclinaban a buscar el tiempo objetivo; y adiviné la


            existencia  de  los  libros.  Ahora  sé  que  uno  y  otro




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