Page 224 - La Nave - Tomas Salvador
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dijo:
—Es verdad todo lo que me has contado, Ylus.
Todo, menos una cosa. El país de los hombres
todavía existe y se llama Tierra. Los hombres no
cubrieron de metal el país, ni secaron sus aguas, ni
horadaron sus tierras. La Nave fue construida como
una máquina, muy pequeña en comparación con su
país. El país de los hombres todavía existe, ¡te digo
que existe! ¿No me escuchas, Ylus?
Ylus estaba llorando, arrojado en el suelo,
extendido como si quisiera atravesar el suelo de
metal. Quiso levantarle, consolarle; pero no podía,
¡no podía! Sus manos. ¡Oh, Dios, sus manos! Lloró
también. Y lloró Sad. Eran llantos incomprensibles,
llantos de corazones renacidos, de hombres en
comunicación con el secreto de su origen. ¡Oh,
fuerte origen, fuerte memoria!
Pero Ylus se levantó, se arrodilló ante él y dijo:
—No, tú no llores, Shim. Tú eres el mensajero del
Señor de los Símbolos. Ahora lo comprendo. Lo
sospeché cuando te vi. Te he estado mirando
cuando sufrías y gemías en sueños, y mi corazón se
ha cansado esperando este momento. No llores,
Shim, que no puedo sufrirlo.
Se calmó con un esfuerzo.
—No, Ylus, yo no soy el mensajero anunciado por
el Señor de los Símbolos. Soy un kros, hijo, como tú,
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