Page 220 - La Nave - Tomas Salvador
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le llegaran a través de la penumbra, acariciando sus
sentidos coa el perfume de los tiempos. Eran las
palabras de la Memoria recordando a los
antepasados.
...y los hombres eran orgullosos y altaneros. El
País de los Símbolos era maravilloso. No tenía un
techo sobre él. El aire no era negro, sino azul, y a
partes iguales era de agua y de tierra. Los hombres
vivían igual en el agua y en la tierra. Pero, no tenían
bastante, querían vivir en el cielo, a pesar de que el
Señor de los Símbolos les había dicho que sólo
podrían vivir en el aire estando muertos. Ellos
creyeron, en su soberbia, que el Señor de los
Símbolos trataba de impedir que fuesen tan
poderosos como él. «Tú eres uno —le dijeron— y
nosotros somos muchos, más poderosos que tú.» El
Señor de los Símbolos, entristecido, calló. Y los
hombres empezaron a poner techo a su mundo,
para que al vivir en el aire no se escapara nada de lo
que su mundo poseía. Y tomaron la fuerza de
algunos símbolos para hacer que el mundo se
moviera, unos símbolos que eran los padres de esta
luz, pero mucho más fuertes y peligrosos. Al ir
cubriendo el cielo, se fue apagando la luz que
enviaba el Señor, y los hombres inventaron otra; al
ir cubriendo el cielo, se fueron muriendo los
hermanos menores del hombre, más pequeños y sin
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