Page 324 - La Nave - Tomas Salvador
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Dijo, y calló. Y Sad rogó con voz sentida:



               —No pienses, no hables más. Ha sido suficiente


            la jornada. El sueño nos espera; nos espera el


            silencio.


            —Aguarda, Sad. También es necesario que Natto


            me comprenda, que Natto esté conmigo. Déjale


            su Palabra, que antes de ser hombre habrá sido


            poeta.



            Y yo lo necesito en mi vuelta al origen de todo,


            al punto en que los libros, antes de ser escritos,


            debieron ser gritados por hombres diferentes,


            como tú, Natto. ¿Quieres ser mi Palabra?



               Así dijo, y caminó, agotado, hablando


            nuevamente:



               —Te necesito, bardo; para recoger mi llanto,


            para ser mi memoria, para apaciguar mi ira,


            para sembrar en el tiempo las fuertes realidades


            que nuestros descendientes ensalzarán un día.


            Aunque temas, ve a mi lado; aunque temas, sé



            sincero.


               De luz y de palabras llenaremos la Nave


            y el hombre será eterno más allá del olvido.



            Aunque tú y yo no veamos el fin de la aventura


            y la Nave nos gaste, no importa. Ahora mismo


            empezamos, Natto. Te devuelvo la Nave. Ven


            conmigo.






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