Page 351 - La Nave - Tomas Salvador
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Tierra. Lo entiendo, Mons, y me duele el recuerdo,


            la fe de aquellos hombres que crearon la Nave.


            Querían en su muerte volver a las praderas,


            al río, a la montaña, al viento y a los mares;


            querían mantener el hilo del recuerdo, el fuego



            de los días y el manto de la noche, la lluvia


            y la tormenta. Y se llevaron tierra. Llenaron


            con su tierra un vasto cementerio. No hagas caso


            si lloro. Hazme un favor. Toma un puñado de


            tierra


            y guárdalo en mi vestido. Gracias, Mons, y dime


            ahora


            las razones de tu oficio. ¿Acaso tú presentiste


            el deseo de los hombres de ser un cuerpo sin tierra



            en la hora de su muerte? Lo hicieron como un


            retorno


            a la inmensa lejanía. Fueron sabios, eran hombres.



               Se escuchaban a lo lejos cantos de las plañideras


            y un eco de pasos golpeando los metales, latiendo


            por el sendero de luces abierto en la Nave entera.



               —Yo no sabía, Navarca, la razón que tú has


            contado.


            Mi familia vivió siempre cerca de los enterrados


            y su muda presencia nos grabó. ¿Quiénes eran los


            callados, los dejados tan a solas? Estudiamos



            su presencia. Supimos que la muerte no es eterna,


            que es un sueño prolongado, un descanso, como




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