Page 353 - La Nave - Tomas Salvador
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Mons, con la cara afilada y los ojos encendidos,
se detuvo ante el féretro en tierra depositado.
Levantó sus brazos, cantó un saludo y pidió
la paz para el bien llegado. Levantó unos atalajes
y una cámara pequeña descubrió su entrada
franca.
—Ésta será tu morada, Mei‐Lum‐Faro, Señor
de las superiores cubiertas de la Nave.
Cuidaremos tu cuerpo para que se guarde entero,
pintaremos tus manos, tu cara, y en torno tuyo
tus símbolos guardaremos. Los artistas funerarios
llenarán estas paredes con la historia de tu paso
por la Nave. No perderás tu materia, ni tu
sangre, ni el recuerdo de tu nombre. Los espíritus
del sueño visitarán tu recinto, aprenderán
tus signos y apuntarán el día de tu renacimiento.
Sabrás entonces quién eres, lo que fuiste y serás.
Conservarás tus joyas, tus lienzos, tus mujeres
si ellas quieren venir a tu morada. Descansa en
paz.
Se apagaron las luces, excepto los cercanos
residuos amarillos de un fuego terminado.
Cantaron los levitas. Mons dio luz temblorosa
a pequeña vasija. Un artista avanzó y un signo
dorado creció en la pared blanqueada. Primero,
el nombre... Callaron los levitas, y Mons habló:
—Espíritu del sueño, acoge en tu morada al
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