Page 381 - La Nave - Tomas Salvador
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caso
si lloro. Siempre fue una llorona, Shim amado.
Dijo, y calló, Sad, hija de Ylus, suavizando sus
lágrimas
con sonrisa de esperanza. Shim acarició su frente.
—Perdona, amada, mi ausencia y aparente
lejanía.
De la incruenta lucha, tú y yo somos las víctimas,
las mejores, las insalvables. Ya te lo dije, Sad,
en la anterior vigilia: «Ya nunca estaré solo,
ya nada será igual. Habré de compartir mi sangre
y mi palabra. No podré reír en locas escapadas,
ni hacer cosas sencillas. Querré estar silencioso
y me dirán que Hable. Todo lo tenía y todo
lo he perdido.» Y es cierto, amada. Lloré contigo,
y de las sencillas cosas me despedí a tu lado.
Pero ya ves que no fue en vano. Se va cumpliendo
el destino. Encenderé la Nave, buscaremos el
tiempo
y hablaremos a Dios. Para ello, Sad, nos estamos
quedando hambrientos de cariño. No llores, mujer;
me harías vacilar, y no debo perder mi fortaleza.
Cuando la obra esté cumplida, descansaremos.
Tendremos blanco el cabello y curvas las espaldas,
pero estaremos juntos y juntos seguiremos hasta
tomar la nave que nunca ha de volver: la muerte.
Y Mons podrá pintar de mí muchas mentiras; pero
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