Page 38 - La Nave - Tomas Salvador
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cabeza  me  pide  que  razone,  que  me  evada,  que


            comprenda!  ¡No  quiero  rebelarme,  no  quiero


            ofender a nuestra madre Nave; no quiero, no...!




                                                  G‐XXIII: 100



               Yo, Shim, Hombre de Letras, nuevamente ante el


            Libro,  retorno  a  la  reflexión,  ya  que  no  a  la


            sabiduría.  Quisiera  comprenderme  y  hacerme


            comprender. No es justo, ni siquiera legal que yo,


            Hombre  de  Letras,  no  comprenda  problemas


            sencillos.  Nuestra  comunidad  está  viviendo  entre


            problemas sencillos que nos han dominado.



               Por  ejemplo:  el  tiempo.  Calculo  que  he  vuelto  al


            Libro después de veinte sueños. Para mí y para casi



            todos  es  una  medida  de  tiempo.  Hay  sueños  y


            sueños; pero el grande, el que nos dura más y que


            se reproduce periódicamente, es el que nos señala la


            inconcreción  llamada  tiempo.  Pero  es  absurdo


            pensar  en  una  forma  tan  primitiva  e  imprecisa.


            ¿Tenían los antepasados una fórmula para medir el


            tiempo?  ¿Era  natural,  diíerenciativa  en  signos


            externos? ¿Era mecánica, basada en unos principios


            externos, básicos? Dado que ningún signo exterior



            nos diferencia el paso de nuestro tiempo, ya que la


            Nave surca un espacio invariable y de insondable


            negrura,  no  es  difícil  comprender  que  ellos,  los


            antepasados, debían medir el tiempo de una forma


            mecánica, artificial. Y nosotros no lo tenemos: eso es



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