Page 38 - La Nave - Tomas Salvador
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cabeza me pide que razone, que me evada, que
comprenda! ¡No quiero rebelarme, no quiero
ofender a nuestra madre Nave; no quiero, no...!
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Yo, Shim, Hombre de Letras, nuevamente ante el
Libro, retorno a la reflexión, ya que no a la
sabiduría. Quisiera comprenderme y hacerme
comprender. No es justo, ni siquiera legal que yo,
Hombre de Letras, no comprenda problemas
sencillos. Nuestra comunidad está viviendo entre
problemas sencillos que nos han dominado.
Por ejemplo: el tiempo. Calculo que he vuelto al
Libro después de veinte sueños. Para mí y para casi
todos es una medida de tiempo. Hay sueños y
sueños; pero el grande, el que nos dura más y que
se reproduce periódicamente, es el que nos señala la
inconcreción llamada tiempo. Pero es absurdo
pensar en una forma tan primitiva e imprecisa.
¿Tenían los antepasados una fórmula para medir el
tiempo? ¿Era natural, diíerenciativa en signos
externos? ¿Era mecánica, basada en unos principios
externos, básicos? Dado que ningún signo exterior
nos diferencia el paso de nuestro tiempo, ya que la
Nave surca un espacio invariable y de insondable
negrura, no es difícil comprender que ellos, los
antepasados, debían medir el tiempo de una forma
mecánica, artificial. Y nosotros no lo tenemos: eso es
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