Page 36 - La Nave - Tomas Salvador
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posible? Me he negado siempre a admitir tal
absurdo. No lo concibo, porque no lo comprendo.
¿Qué tamaño podría tener un árbol? ¿Mayor que
una montaña? Y la montaña, ¿qué utilidad tendría?
En todo caso, verdad o mentira, yo mismo me he
dejado ganar muchas veces por el indefinible
encanto de uno de esos símbolos. Concretamente,
mi amigo Arín tiene en su cámara uno al que llama
El lago, y que representa una extensión de agua;
tiene unas riberas o contornos verdes, con árboles
(lo que parece indicar que los símbolos tienen una
relación entre sí) casi dentro del agua. Lo mejor de
todo es una luz, una luz anaranjada, apacible,
suave, casi tan consistente como el agua. Es fácil
abstraerse, dejándose ganar por la magia del
símbolo. Uno llega a comprender que los hombres
podrían quedarse dormidos, o sentados, junto al
agua, junto a los árboles, en medio de la luz y la paz.
¡ Oh! Es una sensación que me conmueve, que me
anonada, que me obliga a pensar en cosas bellas.
Pero en seguida, la razón me advierte que el
simbolismo es falso. Si los hombres hubieran tenido
alguna vez la posibilidad de acercarse a un lugar
semejante, no se hubieran metido nunca en un lugar
como la Nave... (Con todo fervor, con toda
humildad, reconozco haber transgredido la Ley. La
Nave es la suprema razón de todos nosotros;
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