Page 34 - La Nave - Tomas Salvador
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He vuelto, estoy aquí, meditando sobre la forma
en que debo escribir en el Libro. Necesito una
norma, una razón humana, que creo puede
resumirse en dos vertientes lógicas: querer y poder,
esta segunda encerrando otra: deber. Puedo venir al
Libro cuando quiera y cuando deba. Lo primero
excluye el tiempo y lo condiciona a mi propia
voluntad. Lo segundo indica una norma de difícil
aplicación, porque, ¿puedo yo saber por ley exacta
lo que es importante inscribir? ¿Puedo, siquiera,
establecer un cálculo de tiempo?
Me atormenta el tiempo. Todos hablamos de él, y
es una de nuestras palabras; pero si reflexionamos
un poco vemos que es un símbolo sin aplicación. O
cuando menos nosotros no lo aplicamos. Hasta
donde abarca mi sensibilidad, mi recuerdo, mis
hábitos, hallo una igualdad sin tiempo: los mismos
procesos, las mismas claves, la misma necesidad
que obliga a recoger las gotas de agua y aprovechar
todas las briznas de proteínas.
Todo ello indica que las formas, la materia, la
esencia de nuestra Nave se ha configurado —si
puedo decirlo así— a unas necesidades rítmicas,
establecidas las cuales, su regla se ha perdido. Y
esto debe ser el tiempo. ¿Desde cuándo lleva «La
Carne» creciendo? ¿Desde cuándo fermenta el
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