Page 39 - La Nave - Tomas Salvador
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todo.
Mejor dicho, tenemos algunos métodos. El mejor,
el de nuestros cuerpos, nuestras necesidades.
Tenemos el ciclo femenino, o período de
fecundidad de las hembras, exteriorizado en
períodos regulares. El flujo femenino es invariable,
y cuando cesa equivale a la gestación, al final de la
cual nace un nuevo habitante de la Nave, el cual,
rigurosamente seleccionado, es muerto o dejado
vivir. Por comparación con otras mujeres, se ha
determinado que la fecundación dura diez ciclos
femeninos; el plazo hasta que el nacido echa el
primer diente es variable entre diez y quince ciclos;
para andar, el niño necesita de quince; a veinte
ciclos, y algunos, treinta. Después, es más difícil
medir los progresos humanos: el hombre va
creciendo muy lentamente. Las pruebas de aptitud
señaladas indican que hasta los cien ciclos un
muchacho no es apto para saltar una determinada
distancia. De hecho, la madre tiene la obligación de
medir los cien ciclos e indicarlo a los regentes. Pero,
en rigor, tal medida se cumple mal, porque los cien
ciclos señalan la época en que los niños son
separados de su madre para ingresar en la Cámara
Común de Preadultos, y como por incomprensibles
razones las madres no quieren la separación, las
fechas son falseadas. De algunas niñas se ha dado el
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