Page 87 - La Nave - Tomas Salvador
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No se recibe impunemente un impacto corno el que
yo acabo de recibir. Saldré afuera y volveré cuando
la necesidad de volver me acucie, estando fuerte y
libre. Tengo la vaga idea de que afuera (hablo como
si mi cámara fuese una unidad independiente de la
Nave) se dice que la claridad espacial ha
aumentado, hasta permitir que algunos adultos la
perciban. Ellos no lo comprenden, pero yo sí, por lo
menos en parte. Volveré a esa rutina...
Las palabras escritas han hablado. El fenómeno
que yo presentía y que dejé anotado (XXIII ‐10) se
me ha confirmado en las palabras ajenas. Soy
receptáculo de su expansión, y habré, ahora, de
sujetarme al proceso inverso: hallar nuevas
palabras que concentren las anteriores. ¿Cuánto
tiempo necesitaré? No lo sé. Poco. Si he resistido
hasta ahora, mejor resistiré en el futuro.
Voy a marcharme, hasta que haya descansado.
Pero quiero anotar primero que he comprendido la
idea del tiempo. Los antepasados de la Nave
utilizaban el tiempo de la Tierra. La Tierra, tercer
planeta del sistema solar, daba vueltas en torno al
Sol y en torno a sí misma. Ello producía unas
constantes: luz y oscuridad, según que la parte que
giraba estuviera frente al Sol o en la parte opuesta.
Este ciclo corto era llamado día. El ciclo largo, de
traslación en torno al Sol, era llamado año. Los
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