Page 141 - Triton - Samuel R. Delany
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—¡Hola! —dijo una voz familiar, directamente encima

           de él.


                Alzó la vista. Encajado en el techo había un altavoz.

                —En..., ¿hola?

                —Ahora vengo...


                —No tienes que apresurarte... —Pero oyó un rechinar,

           y bajó la vista en el momento en que la puerta de color


           naranja  brillante  terminaba  de  meterse  en  la  pared

           naranja mate—. Oh...

                —¡Hey,  hola!  —Ella  entró  en  la  habitación—.  Qué


           sorpresa.  —Unos  pantalones  rojos  sueltos  abofeteaban

           sus  desnudos  tobillos.  Desde  su  cintura,  unos  tirantes

           negros cruzaban entre por sus pechos (tres imperdibles


           de latón sujetaban una gran R de plástico rojo..., no tenía

           ni idea de por qué) y desaparecían hacia su espalda por

           sobre  sus  hombros.  Se  detuvo  con  las  manos  en  las


           caderas, las uñas desprovistas de oro ahora, ligeramente

           sucia  y  cautivadora,  los  labios  sin  nada  de  rojo  y


           encantadores—.  Hubieran  podido  derribarme  con  un

           parpadeo cuando Miriamne me dijo que estabas aquí...

           Iba  a  pasar  la  velada  leyendo  cuarenta  y  seis  micro‐


           escenarios que sé, sin necesidad de mirarlos, que no son

           en  absoluto  lo  que  buscamos.  La  gente  no  deja  de


           enviarnos cosas que no son más que chistes malos de un

           minuto de duración, en vez de piezas de teatro de un

           minuto..., ¿sabes lo que quiero decir? Es por eso por lo




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