Page 204 - Triton - Samuel R. Delany
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plaza.
Permaneció inmóvil allí, parpadeando: dos personas
en sucesión chocaron contra su hombro izquierdo; una
tercera golpeó el derecho. Mientras se tambaleaba,
alguien más tropezó con él en el rebote y dijo:
—Hey, vigile, ¿quiere? ¿Dónde se piensa que está?
Y él siguió allá, aún parpadeando, en la medio velada
oscuridad.
Alguien más tropezó con él.
Y alguien más.
El formulario verde estaba ya en camino. No había
nada que él pudiera hacer por Miriamne...
Cinco minutos más tarde, encontró la más pequeña de
las sex shops en la esquina sudeste y, bien envuelto en su
capa, pidió el paquete de pomada que tenían reservado
y que ya había sido pagado. ¡Aquí estaba! Con su sentido
de las obligaciones morales alejándose ya de su
abrumada alma (y el paquete tubular en uno de los
numerosos bolsillos secretos de su capa), salió de la
(ahora casi desierta) Plaza de la Luz.
Diez minutos después de eso, con su corazón latiendo
lentamente, penetró en las verdosas baldosas del paso
inferior, y pasó sin verlas junto a las advertencias de tiza,
pintura y carteles garabateadas y pegadas a derecha e
izquierda.
Altas y apenas visibles en la oscuridad, las barrocas y
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