Page 387 - Triton - Samuel R. Delany
P. 387
Mientras descendían por la herbosa ladera («¿No
podemos tomar el camino largo?», exclamó la Púa; el
mayordomo asintió con la cabeza: «Por supuesto que
sí»), las cascadas chapoteaban contra las rocas a su
izquierda. A su derecha, en un fuego rodeado de piedras,
otra camarera vestida de rojo hacía girar un espetón
donde una carcasa siseaba y crepitaba y relucía.
La Púa miró, olió.
—Cuando pienso en todas esas cosas que no hemos
probado...
El mayordomo dijo:
—Tiene que traer de nuevo a la dama, señor.
—¡Pero no estaremos aquí el tiempo suficiente! —
exclamó ella—. Abandonamos la Tierra dentro de...,
¡bueno, demasiado pronto!
—Oh, eso es triste.
Bron deseó que el mayordomo se limitara a
conducirles fuera. Pensó en darle una propina
absurdamente pequeña. Al final de las grandes
columnas, sin embargo, le dio una absurdamente grande.
(«¡Gracias, señor!») La Púa consideraba la agotadora
velada como algo maravilloso. Pero, ¿no era eso lo que él
había pretendido?
Bron se sentía muy borracho y muy deprimido. Por
un momento ‐tropezó al extremo de la rampa púrpura‐
pensó (pero éste era su territorio) que iba a echarse a
386

