Page 384 - Triton - Samuel R. Delany
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bueno, alentados para poder disfrutar de la hierba, ¡pero

           que de hecho no les importa lo que lleves!


                —Oh.  —Bron  se  echó  hacia  atrás;  el  mayordomo

           acudió para flambear los plátanos Foster: una camarera

           vestida de rojo trajo un llameante hornillo, otra un carrito


           donde estaba la fruta, el brandy, la créme brulée fría. Los

           diversos  platos  habían  sido  servidos  por  aquellas


           mujeres  de  alto  peinado  y  uniforme  rojo.  (¡Tenían

           mujeres  para  servir  también!  ¡En  un  lugar  como  éste!)

           Durante  sus  primeros  meses  en  Tritón,  Bron  se  había


           acostumbrado  a  ver  frecuentemente  a  personas  de  un

           sexo  inesperado  en  posiciones  de  autoridad.  Pero  la

           gente en posiciones de servicio era algo completamente


           distinto.

                La mantequilla chisporroteó en la sartén de cobre. El

           mayordomo hizo correr su cuchillo en torno a un anillo


           de piel de naranja, otro de piel de limón: lo metió todo

           con  el  praliné,  el  azúcar;  luego  peló  hábilmente  los


           blancos  plátanos,  cuya  piel  ya  estaba  negra  por  la

           cocción;  y,  después  de  rociar  el  brandy  e  inclinar  la

           sartén, un whoooosh! de llamas.


                —¿Lo ven? —dijo el mayordomo, riendo, manejando

           expertamente  la  sartén—.  ¡Después  de  todo,  la  señora


           termina con fuego, agua, tierra y aire!

                La Púa aplaudió, con los ojos brillantes.

                —Es toda una producción —dijo.




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