Page 109 - Anatema - Neal Stephenson
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Año y la de Década. Cualquier extra que mirase el
calendario lo sabía tan bien como nosotros. Pero, por
alguna razón, ninguno estaba dispuesto a salir de la cama
y hacer algo al respecto hasta no haber oído la secuencia
correcta de tonos sonando desde el campanario: una
melodía invertida, puesta del revés y retorcida sobre sí
misma de cierta forma concreta.
Nos sentamos, tres fras desnudos en la celda fría, con
nuestros paños, cordones y esferas revueltos en los palés.
Un día como ése exigía una envoltura formal, lo que era
difícil sin ayuda. Los pies de fra Holbane habían sido los
primeros en tocar el suelo, así que me incliné y recorrí su
cálido paño hasta que palpé con los dedos el extremo
deshilachado, del que tiré hacia mí. Fra Arsibalt, el tercero
de la celda, fue el último en despertar; después de algunas
palabrotas por mi parte y por parte de Holbane, al final
agarró el orillo. Salimos al pasillo y lo estiramos. Fra
Holbane había hecho su paño corto, grueso y esponjoso
para que le diese calor. Arsibalt y yo lo plegamos y luego
nos apartamos mientras Holbane lo hacía tres veces más
largo y mucho más fino. Con el cordón en las manos, se
metió debajo y se puso de pie para que le quedara sobre el
hombro izquierdo. Luego no tuvo más que girar hacia uno
u otro lado subiendo y bajando los brazos en el momento
oportuno, mientras Arsibalt y yo nos movíamos a su
alrededor como planetas en un planetario mecánico,
enrollando el paño, estirándolo o formando pliegues con
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