Page 111 - Anatema - Neal Stephenson
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vidrios rotos y otros peligros. Forzábamos la Disciplina un
poco, llevando sandalias de neumático durante Apert y
mukluks de suela blanda durante los meses de invierno.
Los avotos de Sante Edhar lo llevaban haciendo durante
mucho tiempo y la Inquisición todavía no se había metido
con nosotros, así que parecía que íbamos sobre seguro. Me
apoderé de un par de sandalias y me las até a los pies.
Por último, cada uno tomó su esfera y la redujo al tamaño
de un puño. Mientras nos dirigíamos a la Seo, pasamos los
extremos anudados de nuestros cordones alrededor de las
esferas, tejiendo redecillas simples para atraparlas y luego
hinchar las esferas para tensar las cuerdas. Hicimos que
las esferas reluciesen con una suave luz escarlata. La luz
servía para ver dónde andábamos y el color nos
identificaba como Dieces, lo que resultaba necesario
porque pronto nos mezclaríamos con los Alternos.
Una vez concluidos todos esos preparativos, las esferas
colgaron de la cadera derecha y golpeaban el muslo, lo que
era un espectáculo fascinante cuando cientos de nosotros
convergimos, en la oscuridad, sobre la Seo. Si querías
parecer una estatua de un verdadero sante, podías
sostener la esfera reluciente en una mano y acariciarla con
la otra con la mirada perdida en la distancia, como si la
Luz de Cnoüs te hubiese hipnotizado.
Cuarenta avotos se habían levantado temprano para
reunirse en el presbiterio. Cuando entramos cantaban el
Apert Decenario. Entretejida en ese canto había una
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