Page 130 - Anatema - Neal Stephenson
P. 130
derecho y la barandilla. Ya no podíamos retroceder y
veíamos a otro peatón empujando un carrito, cargado
hasta arriba de polibolsas, así que avanzamos tan rápido
como pudimos, confiando en que drumones, transbores y
mobes no nos matasen. A nuestra izquierda veíamos el
afluente serpenteando por la planicie hacia la
desembocadura en el río principal, como a una milla de
distancia. Cuando yo era más joven, el ángulo entre las dos
vías fluviales estaba lleno de árboles y tierra pantanosa,
pero daba la impresión de que habían construido un dique
para evitar las crecidas y luego habían salpicado la zona
de edificios: el más llamativo, un campo de deporte al aire
libre con miles de asientos vacíos.
—¿Vamos a ver un encuentro? —preguntó fra Jesry. No
sabía si hablaba en serio. De todos nosotros, era el que más
parecía un atleta. No practicaba deporte a menudo, pero
cuando lo hacía era un jugador decidido y tendía a irle
muy bien aunque fuera poco hábil.
—Creo que hace falta dinero para entrar.
—A lo mejor si vendemos un poco de miel…
—Tampoco tenemos miel. Quizás en otro momento de la
semana.
A Jesry no pareció gustarle la respuesta.
—Es demasiado temprano para que haya partidos —
añadí.
Un minuto más tarde tenía otra propuesta:
—Vamos a pelearnos con unos imizares.
130

