Page 134 - Anatema - Neal Stephenson
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peregrín, es decir, de dos iguales caminando mientras
intentaban resolver algo; a diferencia de un diálogo
subvidiano, en que un mentor le enseña algo a un fille, o
un diálogo periklyniano, que es un combate. La carretera
se unía a otra mayor llena de negocios de masas donde los
imizares conseguían comida y bienes y animada por
casinos: cubos industriales sin ventanas rodeados de luces
de colores. En la época en la que había más vehículos, toda
la derecha de la zona de paso había estado ocupada por
carriles señalizados. Ahora había muchos peatones y
personas moviéndose en escúteres y tablas con ruedas y
en artilugios impulsados por pedales. Pero en lugar de ir
en línea recta, ellos, al igual que nosotros, tenían que
seguir rutas que unían las losas del pavimento que
rodeaban los edificios como el mar rodea una docena de
islas. Las losetas estaban llenas de grietas caprichosas con
delgadas hileras de saltadora que llevaban mucho tiempo
acumulando tierra y envoltorios. El sol se había ocultado
tras las nubes poco después del amanecer, pero volvía a
brillar. Nos pusimos a la sombra de un negocio de venta
de ruedas de colores a jóvenes que deseaban embellecer
sus transbores y mobes tuneados, y pasamos un minuto
recolocándonos el paño para protegernos la cabeza.
—Quieres algo —dije—. Estás de malas porque no lo
tienes todavía. No creo que quieras nada material, porque
no has prestado atención a nada de esto. —Hice un gesto
con la cabeza en dirección a una muestra iridiscente de
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