Page 131 - Anatema - Neal Stephenson
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Casi habíamos llegado al otro lado del río. Nos
apartamos rápidamente del camino de un transbor que
conducía como si hubiese estado masticando saltadora, un
hombre de más o menos nuestra edad, con una mano en
los controles y la otra sujetándose un cismex contra la
mejilla.
Estábamos físicamente alterados, respirábamos
agitadamente y la idea de meternos en una pelea nos
parecía menos estúpida de lo normal. Sonreí y me lo
pensé. Jesry y yo estábamos fuertes por la tarea de dar
cuerda al reloj, y el estado de muchos extras era horrible…
ahora comprendía lo que Quin había querido decir con eso
de que simultáneamente se morían de hambre y de
obesidad.
Cuando miré a Jesry, éste frunció el ceño y apartó la cara.
En realidad no quería pelearse con los imizares.
Habíamos llegado a la barriada de donde procedía yo.
Un edificio, que parecía una megatienda pero que
aparentemente era alguna nueva arca contrabaziana,
había reclamado toda la manzana. En el césped, delante
del edificio, había una estatua blanca de unos cincuenta
pies de altura, de un profeta barbudo que sostenía una
linterna y una pala.
Las cunetas estaban invadidas de saltadoras y bayacortes
que sobresalían de la capa de envoltorios tirados. Bajo una
película gris de gases de escape depositados, kinagramas
desvaídos se movían como gusanos atrapados en una
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