Page 211 - Anatema - Neal Stephenson
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Los arquitectos del Camino de Hylaea habían gastado
una pequeña broma haciendo que su impresionante
entrada llevase a un espacio inesperadamente oscuro y
cerrado… a modo de laberinto, pero ni de lejos tan
complicado. Los muros y suelos estaban formados por
losas de esquisto de un verde amarronado extraídas de un
depósito que fascinaba a los naturalistas por su
abundancia de fósiles de formas de vida antiguas. Se lo
expliqué al grupo mientras esperábamos a que nuestros
ojos se adaptasen a la oscuridad, y luego los invité a pasar
unos minutos mirando los fósiles. Los que habían tenido
la previsión de traer alguna fuente de luz, como los niños
subvid y algunos de los burgos jubilados, se dispersaron
por las esquinas de la cámara. La monja había traído un
plano, por lo que sabía dónde encontrar los fósiles
realmente extraños. Yo circulé con un cesto de luces de
mano. Algunos las aceptaron. Algunos me dijeron que no
con un gesto de la mano. Probablemente se tratase de
fundamentalistas contrabazianos que creían que Arbre
había sido creado en su forma actual poco antes de la
época de Cnoüs. Su protesta silenciosa consistía en hacer
caso omiso de esa parte de la visita. Los imizares se
limitaron a mirarme sin responder. Me di cuenta de que
uno llevaba el brazo en cabestrillo. Tardé un poco en
darme cuenta. A continuación llegué a la conclusión
evidente de que era el mismo grupo que había atacado a
Lio y Arsibalt. Con mi envoltura formal —que podían usar
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