Page 215 - Anatema - Neal Stephenson
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encapuchada, hincada de rodillas, que miraba a Cnoüs con
la capucha protegiéndole el rostro de la luz del óculo.
En contraste, Nuestra Madre Hylaea se mostraba firme,
con la cabeza descubierta para mirar directamente la luz.
La señalaba con la otra mano y tenía los labios abiertos,
como si estuviese a punto de hacer un comentario.
Conté una leyenda sobre las dos estatuas. Las había
encargado Tantus, el emperador baziano, en el año ‐2270,
específicamente para acompañar la estatua anterior de
Cnoüs, que acababa de conseguir saqueando lo que
quedaba de Ethras. También habían conquistado la
cantera de donde había salido el mármol de la estatua
original, por lo que había ordenado que se extrajesen dos
grandes bloques que hizo llegar a Baz en gabarras
fabricadas para tal fin. El mejor escultor de su época había
invertido cinco años en esculpirlas.
Durante la presentación formal, Tantus quedó tan
impresionado por la expresión del rostro de Hylaea que
ordenó que trajesen al escultor a su presencia y le
preguntó qué estaba a punto de decir Hylaea. El escultor
no respondió a la pregunta. Tantus insistió. El escultor le
dijo que todo el arte y toda la virtud de la estatua
radicaban en su ambigüedad. Tantus, fascinado, le hizo
varias preguntas sobre ese detalle. Luego desenvainó la
espada imperial y la hundió en el corazón del escultor
para que jamás pudiese quitar valor a su propia obra de
arte respondiendo a la pregunta. Los estudiosos dudaban
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