Page 214 - Anatema - Neal Stephenson
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lugar  situado  a  un  par  de  millas  río  arriba  y  llegaba


          flotando en barcazas.

            En este punto uno de los imizares hizo una pregunta, y

          yo tuve que detenerme para explicar que todo eso había


          sucedido muy lejos y que no se trataba de nuestro río ni

          de  nuestras  canteras.  Un  cismex  se  puso  a  cantar  una

          tonada burlona; antes de continuar, esperé a que su dueño


          lo hiciera callar.

            —Cnoüs  apuntaba  medidas  en  una  tablilla  de  cera  y

          luego  iba  hasta  la  cantera  para  dar  instrucciones  a  los


          canteros.  Un  día  intentaba  resolver  un  problema

          especialmente difícil sobre la geometría de una pieza que


          precisaba  cortar.  Se  sentó  a  la  sombra  de  un  árbol  que

          crecía en la orilla del río para trabajar en el problema y allí

          tuvo la visión que cambiaría su mente y su vida.


            »En eso están todos de acuerdo. Pero su descripción de

          la visión nos ha llegado de forma indirecta, a través de


          estas  mujeres.  —Extendí  el  brazo  hacia  un  par  de

          esculturas  algo  más  pequeñas,  que  (inevitablemente)

          formaban un triángulo isósceles con la de Cnoüs—. Sus


          hijas Hylaea y Deät, que se cree que eran mellizas.

            Los  contrabazianos  ya  se  me  habían  adelantado.  Se

          habían  acercado  a  la  estatua  de  Deät  y  se  habían


          arrodillado  para  rezar.  Algunos  buscaban  velas  en  sus

          bolsas.  Otros,  mirando  a  los  cismexes  mientras  sacaban

          fototipos,  tropezaban  y  chocaban.  Deät  era  una  figura







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