Page 233 - Anatema - Neal Stephenson
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a punto de perder los nervios, tirar la mesa desde lo alto
del Præsidium, lanzar las instrucciones inútiles de fra Bolo
a los fuegos del Infierno y salir corriendo por la Puerta de
Década en busca de alguna bebida fuerte, fra Arsibalt y yo
acordamos sentarnos un momento y descansar un rato.
Fue entonces cuando le conté a Arsibalt mi conversación
con Varax y Onali… como, según decía la parra, se
llamaban los inquisidores.
—Inquisidores con disfraz, vaya, creo que es la primera
vez que lo oigo —dijo Arsibalt. Mirando preocupado la
expresión de mi cara, añadió—: Lo que no significa nada.
No es más que una cuestión de elección: es evidente que
nadie repararía en inquisidores que no se distinguieran
del resto de la población.
Por alguna razón eso no me resultó tranquilizador.
—Tienen que desplazarse de alguna forma —insistió
Arsibalt—. Simplemente, jamás se me había ocurrido
preguntarme cómo. No pueden tener sus propias naves
aéreas y trenes, ¿verdad? Es mucho más razonable que se
vistan con ropa normal y compren un pasaje como todo el
mundo. Supongo que llegaban del aeródromo justo
cuando empezaba la visita y decidieron sobre la marcha
ver las estatuas de la rotonda, que cualquiera querría ver.
—Lo que dices tiene sentido pero aun así sigo…
mosqueado.
—¿Mosqueado?
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