Page 234 - Anatema - Neal Stephenson
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—Sí. Ese Varax me engañó para que le dijese cosas que
jamás le diría a un inquisidor.
—Entonces, ¿qué te impulsó a decírselas a un extraño?
Lo que no me ayudó en absoluto. Le miré.
—¿Qué dijiste que estuvo tan mal? —dijo.
—Nada —fue mi conclusión después de pensarlo un
rato—. Es decir, probablemente soné muy MTH, muy
edhariano. Si Varax es prociano, a estas alturas me odia.
—Pero sigue estando dentro de los límites normales. Hay
muchas órdenes que han prosperado durante miles de
años diciendo cosas mucho más ridículas sin tener
problemas con la Inquisición.
—Eso lo sé —dije. Mirando al otro lado del prado dio la
casualidad de que vi a Corlandin y a varios miembros del
Nuevo Círculo preparándose para ensayar un villancico
que cantarían esa noche. A cien pies de distancia los vi
sonreír y darse la mano. Como un perro, podía oler su
confianza. Yo quería ser así. No como los malhumorados
teoréticos edharianos que debatían amargamente sobre las
sumas vectoriales en los vértices de las varas del palio.
—Cuando digo que estoy mosqueado me refiero a que he
quemado mis naves. Lo que le dije a Varax llegará a oídos
de sur Trestanas y luego se filtrará al resto de los suyos.
—¿Temes que el Nuevo Círculo no te acepte en tu Eliger?
—Eso es.
—Así evitarás el pestazo. Mejor para ti.
—¿Qué pestazo, Arsibalt?
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