Page 279 - Anatema - Neal Stephenson
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Præsidium, que sostenía todo lo que había encima.
Algunos ejes penetraban en la piedra, moviendo los ejes
polares. Una escalera subía en espiral alrededor del mayor
de esos ejes. Corrí hasta arriba y apoyé la mano en la
manija de la puerta. Antes de cruzarla miré abajo para
comprobar el avance del auto. La puerta de la pantalla
centenaria se había abierto. Fra Paphlagon salió y se quedó
solo, en medio. La puerta se cerró a su espalda.
Al mismo tiempo abrí la puerta del astrohenge. Entró la
luz del día. Me estremecí. ¿Cómo era posible que nadie se
diera cuenta?
«Tranquilízate —me dije—, en el pozo sólo hay cuatro
personas que puedan ver esto. Y todos miran a fra
Paphlagon.»
Mirando abajo una vez más, descubrí un fallo en ese
razonamiento. Todos los ojos miraban a fra Paphlagon…
¡excepto los de fra Paphlagon! Él había escogido ese
preciso instante para echar la cabeza atrás y mirar hacia
arriba. ¿Y por qué no iba a hacerlo? Era la última vez que
vería aquel lugar. De haber estado en su lugar, yo habría
hecho lo mismo.
A tanta distancia no pude leer la expresión de su cara.
Pero debió de ver la luz que entraba por la puerta.
Permaneció inmóvil un momento, pensando, para luego
bajar lentamente la vista y mirar a Statho.
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