Page 291 - Anatema - Neal Stephenson
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una vieja hoja, que decía que mi castigo había terminado
y era libre de irme.
Aunque parecía tarde, todavía quedaba una hora para la
cena. Pregunté si podía regresar a mi celda para recoger
algunas notas que había dejado allí. Spelikon me escribió
una nota autorizándose a permanecer en el patio
Regulante hasta la hora de la cena.
Les di las gracias y regresé a la celda, mostrándoles la
nota a todos los jerarcas con los que me cruzaba. Cuando
llegué a la celda y saqué el diario de debajo del palé, una
idea —que treinta segundos antes, cuando había dicho
adiós a los examinadores, no tenía— había florecido en mi
mente y había tomado el control de mi cerebro. ¿Por qué
no ir entonces a escondidas al astrohenge y recuperar la
tablilla?
Por supuesto, el sentido común se impuso. Envolví el
diario en el extremo libre del paño y salí de esa celda…
esperaba que para siempre. Cincuenta pasos por el pasillo
me llevaron a la esquina suroeste, la parte superior de la
escalera de Dieces. Algunos fras y sures subían y bajaban,
preparándose para un cambio en el patio Fensor. Me hice
a un lado para dejar pasar a uno que subía. Iba
encapuchado y no miraba por dónde iba. Luego vio mi
pie. Se quitó la capucha para revelar la cabeza recién
afeitada. Era Lio.
Teníamos tanto que decirnos que ninguno sabía por
dónde empezar, así que nos miramos y durante unos
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