Page 403 - Anatema - Neal Stephenson
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le habían hecho a Orolo. Y había descubierto que actuar de


          esa forma era el único método para transformar la furia en

          pena. Y cuando sentía pena en lugar de furia, los jóvenes

          filles  ya  no  me  rehuían  y  mi  mente  no  rebosaba  de


          imágenes de sangre saliendo a borbotones de la arterias

          seccionadas de fra Spelikon.

            Así que no tuve más remedio que apartar de mi mente a


          Sammann y el envoltorio y concentrarme en lo que el Ojo

          de  Clesthyra  había  visto  durante  la  noche.  Había

          comprobado  las  condiciones  climáticas  durante  esas


          setenta  y  siete  noches:  más  de  la  mitad  habían  sido

          nubosas, sólo diecisiete completamente despejadas.


            Una vez que los ojos se me hubieron acostumbrado a la

          oscuridad, me fue fácil dar con el norte, porque era el polo

          alrededor del cual giraban todas las estrellas. Si congelaba


          la imagen, o la reproducía a velocidad normal, las estrellas

          eran  puntos  estacionarios  de  luz.  Pero  si  aceleraba  la


          reproducción,  cada  estrella,  a  excepción  de  la  Polar,

          dibujaba un arco centrado en el polo a medida que Arbre

          giraba por debajo. Nuestros mejores telescopios disponían


          de  sistemas  de  ejes  polares,  movidos  por  el  reloj,  que

          resolvían  este  inconveniente.  Esos  telescopios  rotaban

          «hacia  atrás»  a  la  misma  velocidad  que  Arbre  rotaba


          «hacia delante», de forma que las estrellas permanecían

          estacionarias.  El  Ojo  de  Clesthyra  no  disponía  de  tal

          mecanismo.







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