Page 399 - Anatema - Neal Stephenson
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Llevé el dedo hasta arriba del todo por el lateral de la
tablilla, en un movimiento continuo. Parpadeó como una
luz estroboscópica: en total setenta y ocho destellos, uno
por cada día que la tablilla había pasado en el Ojo de
Clesthyra. Llegado a los últimos segundos y reduciendo la
velocidad de reproducción, me vi salir de las escaleras y
acercarme al Ojo para sacar la tablilla durante el Anatema
de fra Orolo. Odiaba ver esa parte por la expresión de mi
cara. Sólo la miré una vez, simplemente para asegurarme
de que la tablilla hubiera seguido registrando hasta el
mismo momento de su recuperación.
Borré los primeros y últimos segundos de la grabación,
de forma que si confiscaban la tablilla no encontrasen
imágenes de mí. Luego la fui repasando con más
detenimiento. Arsibalt había mencionado haber visto al
Ati. Efectivamente, al segundo día, un poco después de
mediodía, una forma oscura se acercó desde el borde y
durante un minuto bloqueó la mayor parte del cielo.
Retrocedí y reproduje la escena a velocidad normal. Era
uno de los Ati. Se acercó desde los escalones con una
botella de limpiador y un trapo. Pasó un minuto
limpiando el espejo cenital para luego acercarse al Ojo de
Clesthyra —momento en que su imagen se volvía
realmente enorme— y lo humedeció con líquido
limpiador. Me eché atrás como si me estuviese rociando
los ojos. Limpió bien. Podía verle las fosas nasales y
contarle los pelos; veía los capilares de sus globos oculares
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