Page 400 - Anatema - Neal Stephenson
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y las estriaciones de sus iris. No había duda de que se
trataba de Sammann, el Ati con el que Jesry y yo nos
habíamos encontrado en el taller de Cord. Se volvió
mucho más pequeño cuando se alejó del Ojo. Pero no
abandonó de inmediato la parte superior del Pináculo.
Permaneció allí varios minutos, desapareció de la vista,
reapareció, se acercó y miró el Ojo de Clesthyra un ratito
antes de irse al fin.
Amplié la imagen y vi de nuevo la última parte de
aquella escena. Después de limpiar la lente miró abajo,
como si se le hubiese caído algo. Se agachó, lo que hizo que
todo él excepto la espalda desapareciese más allá del
borde de la tablilla. Cuando se enderezó, reapareciendo en
la imagen, tenía algo en la mano: un objeto rectangular del
tamaño de un libro. No tuve que ampliar la imagen para
saber qué era: el envoltorio que, un día antes, yo había
quitado a esa misma tablilla. El viento me lo había
arrancado de la mano y, en mis prisas por irme, lo había
abandonado, como un idiota, allí donde había caído.
Sammann lo estudió un minuto, girándolo de un lado y
del otro. Al cabo de un rato pareció hacerse una idea de lo
que era. Movió la cabeza de golpe para mirarme… para
mirar al Ojo de Clesthyra. Se acercó y miró la lente. Luego
inclinó la cabeza, bajó la mano y (supuse, aunque no podía
verlo) examinó la puertecita que tapaba la ranura de la
tablilla. Su rostro manifestó una emoción. De haberlo
deseado, podría haber ampliado sus ojos para ver lo que
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