Page 540 - Anatema - Neal Stephenson
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encontrar el camino entre aquella locura de piezas de
puzle.
Arsibalt se sentía incómodo en compañía de Sammann,
de lo que yo me daba cuenta porque le trataba con extrema
cortesía. Quejándose de mareo, se trasladó junto a Ferman
y le habló en flújico. Yo me senté detrás de él e intenté
dormir. De vez en cuando, cuándo dábamos con un bache
en la carretera, se me abrían los párpados y, adormilado,
entreveía los fetiches religiosos que colgaban del panel de
control. Yo no era ningún experto en arcas, pero estaba
casi seguro de que Ferman era baziano ortodoxo. En cierta
forma, eso no era menos demencial que creer en lo que
fuese que Ganelial Crade creyese, pero era bastante más
tradicional y, por tanto, una locura predecible.
Aun así, si un grupo de fanáticos religiosos hubiese
querido secuestrar a un buen montón de avotos, no podría
haberlo hecho mejor. Por eso desperté cuando oí a Ferman
Beller mencionar a Dios.
Hasta entonces había evitado hacerlo, cosa que yo no
lograba entender. Si sinceramente creías en Dios, ¿cómo
podías formar una idea, pronunciar una frase, sin
mencionarle? En lugar de eso, los deólatras como Beller
pasaban horas sin sacar a Dios a colación. Quizá su Dios
estuviese muy alejado de nuestros actos. O, lo que era más
probable, quizá la presencia de Dios eran tan evidente
para él que no tenía ninguna necesidad de señalarla
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