Page 586 - Anatema - Neal Stephenson
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—¡Qué asco! —gritó Beller, para regocijo de todos.
Arsibalt levantó las manos como si dijera: «¿Cómo podría
expresarlo con más claridad?»
—¡Por favor, explícate! —dijo Beller—. No estoy
acostumbrado y se me está cansando el cerebro.
—No, explícalo tú. ¿Qué le dice el gusano al murciélago?
—¡El gusano ni siquiera puede hablar!
—Eso es un detalle insignificante. Con el tiempo los
gusanos descubren que pueden retorcerse para adoptar
formas diferentes que los murciélagos y moscas saben
interpretar.
—Vale. Y, veamos, las moscas podrían descender y
moverse sobre los gusanos para enviar señales, etcétera.
Así que supongo que cada tipo de bicho inventa señales
que los otros dos tipos detectan: gusano‐murciélago,
murciélago‐mosca y demás.
—Estoy de acuerdo. Bien. ¿Qué se dicen?
—Un momento, Arsibalt. ¡Te estás saltando muchos
pasos! Una cosa es decir que un gusano puede retorcerse
para formar una «C» o una «S» que una mosca pueda
reconocer. Pero eso es un alfabeto. No un lenguaje.
Arsibalt se encogió de hombros.
—Pero los lenguajes se desarrollan con el tiempo. Los
gritos de los monos se convierten en una forma primitiva
de hablar: «Hay una serpiente bajo esa piedra», y demás.
—Bien, vale, si sólo sabes hablar de serpientes y piedras.
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