Page 584 - Anatema - Neal Stephenson
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—Es una amenaza. Tienen que descubrir cuál o quedarán
atrapados.
—¿Por qué no una mano que va a aplastarlos?
—Lo he pensado —admitió Arsibalt—, pero tenemos que
tener en cuenta al pobre gusano, que siente las cosas
mucho más despacio que los otros dos.
—Bien —dijo Beller—. Supongo que tarde o temprano
acabarán en la trampa.
—Son muy inteligentes —dijo Arsibalt.
—Aun así…
—Vale, se trata de una cueva enorme repleta de millones
de moscas, murciélagos y gusanos. Hay miles de trampas
repartidas por ahí. Cuando una trampa atrapa o mata a
una víctima, muchos presencian la tragedia y aprenden de
ella.
Beller lo pensó y se sirvió más verduras. Al cabo de un
rato, dijo:
—Bien, supongo que vas a decirme que, pasado el tiempo
suficiente, y después de que mueran muchos bichos, las
moscas aprenderán qué aspecto tiene una trampa, los
murciélagos, cómo suena, y los gusanos, cómo se percibe
al tacto.
—Las trampas las ponen exterminadores decididos a
matarlos a todos. No hacen más que disfrazarlas o
inventar modelos nuevos.
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