Page 78 - Anatema - Neal Stephenson
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—¿Sí? —Luego, antes de que yo pudiese abrir la boca,
puso la cara de alegría que ponía cuando intentaba
entretener a toda una sala de tiza llena de filles
aburridos—. No estarás preocupado por el Número
Cuatro, ¿verdad?
Asesiné una zanahoria y repetí entre dientes tres veces el
Rastrillo de Diax.
—Tres Saqueos Generales en 3.700 años no está mal—
dijo—. Las estadísticas en el mundo secular son mucho
más alarmantes.
—Me preocupa un poquito —dije—. Pero no era lo que
iba a preguntar antes de que te me pusieses kefedokhles.
Orolo no dijo nada, quizá porque yo sostenía un cuchillo
muy grande. Estaba cansado y tenso. Antes había
golpeado la esfera para convertirla en un cesto y me había
aventurado hasta las marañas más cercanas al Claustro,
sólo para descubrir que ya las habían pelado. Para
encontrar lo que necesitábamos para el guiso tuve que
cruzar el río y saquear algunas marañas de las que había
entre el río y el muro.
Agarré una zanahoria ganada a pulso y apunté con ella
al cielo.
—Tú sólo me has enseñado cosas de las estrellas —dije—
. La historia la he aprendido de otros… casi toda de fra
Corlandin.
—Probablemente te contase que los Saqueos fueron
culpa nuestra —dijo Orolo. Usó el término «nuestra», me
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