Page 306 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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andantes y su tibia pasión por la princesa de los cuentos de
hadas. Pero yo no soy así... en el interior. No lo soy. No lo
soy. Nunca. Que sea una guerra sin cuartel. ¡No me rinda...
destruyame!
Y repentinamente fue Lady Olivia de nuevo, la graciosa
dama de las nieves.
—Me temo que el bombardeo ha terminada, mi querido
Fourmyle. El espectáculo ha concluido. Pero ha sido un
excitante preludio para el Año Nuevo. Buenas noches.
—¿Buenas noches? —hizo eco, incrédulo.
—Buenas noches —repitió ella—. Realmente, mi querido
Fourmyle, es usted tan necio que nunca se da cuenta
cuando lo despiden. Puede irse ahora. Buenas noches.
Dudó, buscó qué decir, y al final se dio la vuelta y salió de
la casa. Estaba temblando por la excitación y la confusión.
Caminaba como entre sueños, sin darse apenas cuenta del
desastre y la confusión de su alrededor. El horizonte estaba
ahora iluminado por la luz de las llamas. Las ondas de
choque del ataque habían agitado tan violentamente la
atmósfera que aún soplaban vientos en extraños huracanes.
El temblor de las explosiones había agitado tan
fuertemente la ciudad que los ladrillos, cornisas, cristales y
metales estaban desplomándose y cayendo. Y esto a pesar
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