Page 66 - Las Estrellas Mi Destino - Alfred Bester
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El correo sacó una pequeña perla plateada, una unidad de

           memoria, repitió ante ella las instrucciones de Presteign y

           partió  sin  más  palabras.  Presteign  se  volvió  hacia  su

           telefonista.



           —Póngame con Regís Sheffield —ordenó.




           Diez  minutos  más  tarde  le  habían  comunicado  con  la

           oficina  del  abogado  Regis  Sheffield,  y  un  joven  pasante

           apareció  en  la  plataforma  de  jaunteo  particular  de

           Presteign, y fue revisado y admitido a través del laberinto.


           Era un joven despierto de rostro brillante y con la expresión

           de un conejo alegre.



           —Perdone  el  retraso,  Presteign  —dijo—.  Recibimos  su

           llamada en Chicago, y soy tan solo un clase D de quinientos


           kilómetros. Me llevó un tiempo llegar hasta aquí.


           —¿Lleva su jefe un caso en Chicago?




           —En  Chicago,  New  York  y  Washington.  Ha  estado

           jaunteando  de  juzgado  en  juzgado  toda  la  mañana.  Lo

           suplimos cuando está en otra corte.



           —Deseo contratarlo.



           —Nos  honra,  Presteign,  pero  el  señor  Sheffield  está

           realmente ocupado.






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